“Ser sustentable es ser rentable”
Julián Trujillo Puentes es director de sostenibilidad en Fibtex, empresa colombiana dedicada a soluciones de empaques. Nos cuenta su experiencia y habla de lo importante que resulta el compromiso del sector privado con una forma de negocio que incorpore el concepto de sostenibilidad.
“Ya no hay otro camino posible, es necesario escoger el de la sostenibilidad o no continuaremos como civilización. Es muy poderoso lo que podemos hacer desde el sector privado en este sentido”, afirma Julián Trujillo Puentes, ingeniero geógrafo y ambiental y director del área de sostenibilidad de Fibtex, empresa colombiana dedicada a la solución de empaques para la industria del café. El mayor desafío es poder materializar una nueva concepción en la que negocio y medio ambiente puedan coexistir y retroalimentarse.
Uno de los grandes retos que enfrenta la industria en general, y la del plástico en particular, es evitar acciones de green washing y, como relata Julián, poder materializar en acciones concretas el concepto de sostenibilidad. Evitar, de alguna manera, la concepción abstracta que termina siendo perjudicial. “El concepto per se no me dice nada, es muy bonito teóricamente, pero si no lo aplico y lo materializo no sirve. Por eso los programas en los que estoy trabajando actualmente buscan materializar eso y después llevarlo a una realidad tangible. A mi mucha teoría me abruma y me aburre y creo que eso no le sirve a nadie, estamos un poco saturados de tanta teoría. Todos los activistas, científicos y todos hablamos mucho, pero es hora de hacer”, resume Julián.
“Ya pasó el momento de la transición, es tiempo de materializar”, sentencia y explica que esa fue una de las principales razones por las que se interesó en la propuesta de Fibtex. “Creo que en la empresa hemos podido demostrar esta ecuación donde conviven negocio y sostenibilidad. Trabajamos con el plástico, literalmente el demonio del medio ambiente. Y sin embargo no es tan así, el problema no es el elemento, que está presente en casi toda nuestra vida, sino qué hacemos con él luego de utilizarlo”, explica y afirma: “Estamos demostrando que desde la economía del plástico podemos generar impacto positivo tanto en el medio ambiente como en la sociedad”.
La relación entre consumidores y productores está en el centro del consumo sostenible. De alguna manera ambos tienen una función de control y educación sobre el otro para que el entorno pueda ser cada vez menos nocivo para el medio ambiente. ¿Consumidores educados aceptarían empresas no comprometidas con la sostenibilidad? ¿Industrias con visión ambiental educan a la sociedad? ¿Y el rol de las regulaciones?
“Actualmente ha cambiado mucho, algo que uno siempre habla son las necesidades y expectativas que se generan en la sociedad y qué espera esta de una compañía. Creo que culturalmente eso ha cambiado y la generación más joven demanda que las empresas no solamente se midan por el éxito económico, sino porque cuál es el impacto positivo que le están dejando al mundo”, cuenta Julián. “Hay cada vez más empresas, más allá de los años que tengan en la industria, que se comprometen con esta temática. Ahí es muy importante la cabeza de quien la dirija. En nuestro caso particular, Sergio Campuzano -nuestro gerente- suele decir que la empresa es una excusa para ayudar al medio ambiente”.
La difusión de las actividades es importante porque muestra la posibilidad de que otros vean que lo que parece una acción social no es sólo una herramienta de marketing sino muchas veces una ventaja estratégica. “Siempre estoy abierto a contar nuestra historia y participar de distintas actividades porque es importante erradicar la mirada de que por ser sostenible entonces voy a generar menos ingresos. Al contrario, porque estamos buscando, estamos alineados con las necesidades y las expectativas que tiene la sociedad y eso nos puede dar herramientas comerciales para también tener un plus frente a nuestros competidores”, explica Julián. Y continúa: ”Es algo que conversamos frecuentemente con quiénes estamos en el entorno de las empresas B, para mí una gran iniciativa”.
¿Qué es el sistema B?
Fibtex fue la primera empresa del plástico en estar certificada bajo el sistema B. Pero ¿qué significa? Es una organización que mide la transparencia y los impactos sociales y ambientales de las empresas. De esta manera, quienes se certifican con este sello, muestran ante la sociedad y sus consumidores un compromiso de mejora y sostenibilidad. La certificación la entrega B Lab, una entidad sin fines de lucro de Estados Unidos. La misma mide cinco áreas de la empresa: Gobierno, trabajadores, clientes, comunidad y medio ambiente.
En su web explican los puntos principales que debe cumplir quienes quieran contar con el sello: Llevar más de un año operando, hacerlo en un mercado competitivo y estar expuesta a condiciones normales del mismo (no pueden hacerlo empresas monopólicas), tener un fin de lucro y certificarse en negocios completos, es decir, en todas las áreas y productos. También deben estar disponibles para las revisiones y requerimientos legales a fin de poder mantener la certificación.
“Es la reconciliación entre los negocios y el sector privado con el medio ambiente y la sostenibilidad en general. Es una forma fehaciente de demostrar que las empresas pueden generar ese impacto positivo en el mundo. Es necesario dejar claro que se pueden hacer empresas y negocios verdaderamente sostenibles”, explica Julián.
Una empresa sostenible
“Nuestro objetivo en 2030 es convertirnos en plástico neutro, es decir que la cantidad de plástico que vendemos es la misma que estamos recogiendo”, afirma Julián, dejando claro una forma de entender el negocio. Hace más de un año que se desempeña como director del área de sostenibilidad de Fibtex, empresa que lleva 20 años trabajando en la industria. “No hacemos empaques, creamos soluciones”, aclara rápidamente Julián como diferencial. Y la importancia de ésto radica principalmente en que no es marketing, es la base sobre la que se monta toda la estructura. “A partir de esa frase es que han surgido todas las unidades de negocio, los programas de sostenibilidad y de responsabilidad social, todo ha salido de que hay que buscar una solución para algún problema que se estaba presentando”. Y amplía: Si un cliente necesitaba cierto tipo de empaques los hicimos, pero después no sabían qué hacer cuando lo terminaban de usar y ahí nace nuestro programa de reciclaje anticipado. Pero a su vez teníamos que mitigar la huella de carbono y compensarla, entonces nació la iniciativa de reforestación de una reserva. Todo eso fue naciendo a raíz de los problemas que se iban presentando, por eso creo que ese es nuestro mayor diferencial: ´generamos soluciones´, ya sea en empaques, en el medio ambiente o en la sociedad”.
Una de las características del programa de Fibtex en cuanto a sostenibilidad es que tienen un enfoque que parte de tres conceptos básicos: Una cultura sostenible, generar un sistema de economía circular y un programa de regeneración que permita a futuro tener una huella de carbono positiva.
La mayor parte de los clientes de Fibtex son de la industria del café y la gran mayoría exporta a mercados donde las regulaciones sobre el plástico son muy exigentes. Esta fue una de las necesidades que tuvieron que salir a cubrir para poder estar a la vanguardia de las exigencias que se planteaban. En ese ida y vuelta con los clientes nace uno de los programas de mayor éxito: reciclaje anticipado. “Se convirtió en el primer eje para comenzar a manejar toda la economía circular. Empezamos a decirle a los clientes: ´yo te vendo una tonelada de plástico y tú devuélvemela utilizada´”, explica Julián. Pero eso no queda ahí, porque una cosa siempre lleva a la otra. “Uno se da cuenta que todos nuestros programas están interconectados. Entonces, si tú me devuelves una tonelada de plástico, como la mayoría de nuestros empaques van a salir del país porque son de exportación, pues devuélveme cualquier tipo de plástico que se genere en tu empresa. Y entonces realizamos alianzas con empresas que gestionan toda la recolección, la gestión para convertirlo en pellets y que vuelva a la cadena de fabricación”, amplía. La importancia de las alianzas y la conformación de todo un ecosistema de actores comprometidos con un negocio sostenible. Ya no un actor individual.
Y fueron aún más allá. No sólo disminuir la huella de carbono sino gestionar para tener un impacto positivo en ella: “Si me compras una tonelada de plástico siembro 25 árboles en tu nombre, pero si me la devuelves siembro 40. Es decir, premiamos más a quiénes nos lo devuelven que a quién nos lo compra”, cuenta Julián y afirma: “Esto hace que las subsidiarias en cualquier lugar del mundo vean con buenos ojos y decidan trabajar con nosotros. Es por eso que digo que cuando tienes ese plus y detrás del empaque hay todo un proceso de sostenibilidad se vuelve mucho más poderoso”.
Reserva natural El amparo
Como parte del plan de huella de carbono positiva, Fibtex lleva adelante un plan de reforestación en los llanos orientales de Colombia, más precisamente en Puerto López, Departamento del Meta. En su informe de principios de año ya llevaban más de 30 mil árboles plantados y un impacto positivo sobre la fauna y flora de la zona, devastada por un modelo de ganadería intensiva y explotación petrolera.
“Para medir el impacto que tiene esta política, la reserva quedó cuarta a nivel nacional para avistamientos de aves. Se están volviendo a ver ocelotes, pumas, venados, osos palmeros. Una cantidad de animales que habían huido de la zona y se está recuperando la dinámica ecosistémica natural de la zona”, sentencia Julián con la certeza de quien transita el camino correcto. “Es una primicia que para superar los límites físicos que tiene esta iniciativa la empresa va a lograr tener otra zona donde comenzará con la reforestación próximamente”, finaliza.
Una vida con el medio ambiente
Julián se crió en Guadalupe, un pueblo del departamento de Huila, Colombia, entre la naturaleza. De familia agricultora, padres y abuelos, siempre estuvo conectado con el medio ambiente. Primero probó filosofía y luego medicina, pero había algo que no terminaba de cerrar. Diez años atrás la conciencia colectiva sobre la importancia de generar industrias sostenibles no era la misma que en la actualidad. “Cuando me encuentro con la carrera de ingeniería geográfica y ambiental me di cuenta que era lo mío. Desde ahí comenzó mi compromiso y actividad”, cuenta Julián. “Si bien no me considero un activista, creo que desde mi lugar me gusta poder aportar un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente”.