Triángulo del litio: El desafío de dar el salto hacia la industria
Argentina, Chile y Bolivia reúnen casi dos tercios del mineral disponible en el mundo. Con los precios al alza la expectativa por los beneficios que puede traer para la región son muy altas. Pero también hay dudas y cautela sobre la posibilidad de pasar de un modelo extractivista a otro donde la producción industrial sea a nivel local. El rol de los actores estatales -tanto provinciales como nacionales- y la inversión privada.
por Pedro Gianello
Demandado por el mundo, especialmente por las nuevas tecnologías de movilidad sustentable, el oro blanco -como se conoce al litio- se concentra especialmente en Argentina, Chile y Bolivia, con producción dispar. Es indudable que representa una gran oportunidad económica para los tres países, con una proyección incalculable a partir del precio del mineral que subió 400% en un año, aunque los diferentes actores del mercado prefieren tomar este entusiasmo con cautela.
Aunque no es equilátero, el “triángulo del litio” tiene sus vértices en las provincias argentinas de Jujuy, Salta y Catamarca; en 55 salares de Chile -en especial el de Atacama-; y en el Salar de Uyuni, el más grande del mundo ubicado en Bolivia. Esa región acapara la atención de las principales potencias porque los tres países reúnen casi dos tercios del litio disponible en el mundo.
La referencia para estos cálculos de concentraciones de litio se basan en los datos que publica el Servicio Geológico de Estados Unidos. Ese organismo ubica a Bolivia, con 21 millones de toneladas métricas de litio, como el país con mayores reservas en el mundo. Detrás figura Argentina, en el segundo lugar, con 20 millones de toneladas. En el tercer lugar del podio aparece Estados Unidos, con 12 millones; mientras que ahí cerca lo sigue Chile con 11 millones. Más atrás aparecen Australia con 7,9 millones -hoy uno de los principales exportadores-. Otro jugador de peso en el mercado es China, pero no tanto por sus reservas mineras que alcanzarían los 6,8 millones de toneladas sino por la producción industrial a partir del mineral.
A partir del tratamiento en la industria minera, que tiene gran parte de trabajo químico, el producto que se extrae es el carbonato de litio, utilizado como uno de los principales componentes para fabricar baterías. Según explican en la secretaría de Minería de Argentina, el proceso de extracción de litio “consta de someter la salmuera extraída a distintas etapas de evaporación, que tienen lugar en piletas en las que se agrega cal para precipitar sales de sodio, potasio y magnesio, entre otras, hasta que se alcanza el contenido de litio”.
“El procesamiento de compuestos de litio (carbonato, cloruro, hidróxido) continúa en una planta industrial, con un proceso químico en el que se utilizan reactivos para extraer nuevos residuos y alcanzar la pureza deseada”, detallan en un paper.
En Asia, tres países (China, Japón y Corea del Sur) consumen el 69% del litio a nivel agregado, y “más del 90% si solo se considera lo usado para fabricación de baterías”, señala un informe de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM). Dentro de ese consumo, China acapara el 42%, Japón el 16%, Corea del Sur el 11%; al tiempo que Europa el 10% y Estados Unidos el 7%.
El fuerte impulso de la demanda de litio se debe principalmente al aumento de la fabricación de vehículos eléctricos. “La flota mundial de vehículos eléctricos ligeros se triplicó en tres años, superando los 16 millones en 2021, pero estima alcanzar casi 200 millones en 2030”, señalan en CAEM. Para ese año se estima que los vehículos eléctricos representarán más del 30% de los vehículos vendidos a nivel mundial, según escenario de compromisos anunciados por la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
Con estos números el panorama no solo es alentador por la cantidad de mineral en la zona y por la suba del precio del litio, sino también por los proyectos en ejecución.
Si bien en Argentina hay seis proyectos en distintos grados de obra y otros 30 están en proceso de factibilidad, en el mercado ponen paños fríos. “La construcción de la mina nos llevó por lo menos tres años más de lo que teníamos planeado. Como mínimo un proyecto demanda cinco años, dependiendo de cuándo empieza a contar el reloj, una cosa es explorar, otra llevar a factibilidad y otra es construir”, remarca Ignacio Celorrio, presidente de Lithium Americas para América Latina, la empresa canadiense que tiene los proyectos más avanzados en Jujuy.
Hubo mucha exploración en el país durante los últimos 15 años y en el último lustro muchos proyectos fueron adquiridos por empresas que pueden desembolsar el capital para desarrollarlos. “El potencial es muy alto, pero es potencial. Hoy no hay minas nuevas que hayan entrado en producción desde Sales de Jujuy. Lo que sí hay es una perspectiva de que varias entren en producción y al mismo tiempo en tres o cuatro años”, sostiene el presidente de Lithium Americas.
Bajo el nombre Minera Exar, Lithium Americas, junto a la china Ganfeng Lithium y la empresa provincial de Jujuy, avanzan con el proyecto en los salares Caucharí y Olaroz, partidos al medio por la ruta Nacional 52. En esa zona del departamento jujeño de Susques, la inversión superó los US$740 millones, y proyectan unas 40.000 toneladas anuales.
Sin embargo, desde Lihitum Americas advierten sobre los riesgos. “La exploración es capital que podés perder por completo porque depende de un montón de factores. Por eso es que resultan más difíciles de conseguir que los fondos para la construcción de la mina”, asegura Celorrio. Es que la exploración depende básicamente de lo que un geólogo indique en esa zona y de ahí arrancar con los trabajos con la incertidumbre de lo que se puede encontrar. La Cámara Argentina de Empresarios Mineros estima que el 1% de los proyectos pasan de la exploración a la producción. Por eso los tiempos se extienden entre los tres y seis años.
Salta es otra de las provincias importantes en el mapa del litio. Recibió una buena noticia en 2022: el grupo francés Eramet decidió volver al proyecto en el salar Centenario-Ratones, donde con una inversión de US$400 millones arrancó la construcción de una planta para tratar 24.000 toneladas, y que podría entrar en funcionamiento el año que viene. Además, implica la generación de más de 1300 nuevos empleos directos e indirectos.
También en tierras salteñas, en julio del año pasado, la firma china Ganfeng Lithium avanzó con el proyecto Mariana en el Salar de Llullaillaco, a unos 430 kilómetros de Salta capital y 3.750 metros sobre el nivel del mar. Allí, la inversión de US$600 millones de dólares contempla la construcción de una planta en el Parque Industrial de General Güemes.
En diciembre del año pasado la empresa anunció el llenado de su primera pileta de evaporación que tiene 50 hectáreas. Es la primera de las 36 que construirán para la producción de unos 55 millones de metros cúbicos de litio para el año que viene. Ganfeng Lithium es el primer productor de litio y el segundo productor de compuestos de litio en el mundo. A su vez, la surcoreana Posco invierte US$830 millones para producir carbonato e hidróxido de litio en el Salar Hombre Muerto, a través de su proyecto “Sal de Oro”.
Además, en Salta también entró en operación el Salar del Rincón. La firma Río Tinto recibió aprobación de inversión de U$S 190 millones para desarrollar una planta comercial con capacidad inicial de 3.000 toneladas por año de producción de carbonato de litio para baterías. “El proyecto busca una producción de 25.000 toneladas”, informa CAEM.
Las inversiones también se expanden en Catamarca. La compañía china Zijin Mining desembolsó US$ 380 millones para poner en marcha el proyecto de litio Tres Quebradas donde producirá 20.000 toneladas anuales de carbonato de litio. Mientras que la australiana Allkem Limited inició su proyecto Sal de Vida en el Salar Hombre Muerto, para producir 45.000 toneladas de carbonato de litio, en su mayoría para baterías, mediante una operación en el Salar del Hombre Muerto. La inversión proyecta la extracción de 15 mil toneladas en una primera etapa que requieren una inversión de US$271 millones
Pero además ya empezaron algunas exploraciones en la provincia de San Juan; mientras que en La Rioja una medida podría desalentar las exploraciones. En diciembre del año pasado, la Cámara de Diputados riojana declaró al litio y sus derivados como recursos naturales estratégicos por lo que pueden suspender los permisos exploratorios y concesiones otorgadas, algo que tuvo el rechazo empresarial y podría desalentar inversiones en ese territorio.
Números exponenciales en Argentina
“La salmuera extraída del salar tiene un contenido aproximado de litio de 0,22% que, luego de ser sometida al tratamiento en las piletas de evaporación, puede llegar hasta un 6%, dependiendo de las impurezas presentes de boro y magnesio”, destacan en la Secretaría de Minería. Ese tratamiento químico es el que se ve a través de las típicas imágenes de grandes piletas que terminan el proceso en el carbonato. Como parte de ese procedimiento, las empresas requieren el uso de grandes cantidades de agua dulce lo que genera choques con grupos ambientalistas que, por ahora, no impidieron la producción.
Según datos oficiales, en Argentina las exportaciones de litio superaron los US$696 millones el año pasado. Representa un número tres veces mayor que los US$208 millones de 2021. El oro blanco ya abarca el 18% del total de exportaciones mineras del país y el potencial va en aumento. Las proyecciones que maneja YPF Litio son muy auspiciosas. Para 2024 estima unas 82.000 toneladas de litio, pero a partir de la cantidad de proyectos que entrarían en producción al mismo tiempo, el número se multiplica a casi 300.0000 toneladas en 2030 y más de 430.000 toneladas para 2035.
El litio como política de Estado en Argentina
A partir de la importancia del mineral, en abril de 2021 el gobierno argentino y los mandatarios de Jujuy, Salta y Catamarca conformaron la “Mesa del Litio”. Ese organismo acordó en febrero de 2022 instrumentar mecanismos para que las empresas del sector asignen un porcentaje de su producción para la industrialización y el agregado de valor en la Argentina.
“La economía del litio representa una oportunidad para fortalecer la industrialización y avanzar en el desarrollo territorial, evitando los riesgos de una reprimarización de la economía argentina, que profundice las asimetrías existentes al interior del país”, afirmaron en un comunicado.
Dentro del gobierno reconocen que en la práctica la Mesa del Litio está manejada por los tres gobernadores, dos peronistas de distintas vertientes Gustavo Sáenz (Salta), Raúl Jalil (Catamarca) y el radical Gerardo Morales (Jujuy). Incluso, en ese mismo comunicado lograron que quede plasmada la preocupación por la “limitada participación de las provincias productoras en las ganancias extraordinarias obtenidas por las empresas, a partir del crecimiento considerable del precio internacional y, en ese sentido, sus integrantes comenzaron a evaluar medidas a adoptar para atender dicha situación”.
Así, empieza el tironeo por más fondos, pero según los operadores del mercado no altera la dinámica de la producción ni de la inversión, que desde hace años continúa en crecimiento.
La otra tensión está dada en la “industrialización”. El gobierno busca promover la construcción de las baterías de las baterías LFP (litio ferrofosfato) en el país y asegura tener el apoyo para hacerlo. Mientras que algunos de los privados primero hablan de potenciar la incipiente etapa de producción. “Uno de los desafíos de Argentina, en lugar de discutir tanto qué vamos a hacer con el carbonato de litio, es descifrar cómo vas a lograr llegar primero a tu potencial. El primer punto a abordar es infraestructura en la Puna porque a medida que crezca el mercado habrá una demanda energética más grande, necesidades de gas más grande”, destaca Celorrio, de Lihium Americas.
La industrialización del litio en Argentina
“Argentina es uno de los países que más recursos dispone en el mundo, el cuarto productor mundial de carbonato de litio equivalente (LCE) y con una perspectiva de incrementar notablemente su producción. Hoy estamos en el orden de las 40.000 toneladas anuales, para el 2025 la perspectiva es de 250.000 toneladas porque van a entrar varios proyectos que hoy están muy avanzados. Y las perspectivas para 2030 es de unas 400.000 toneladas”, enumeró Roberto Salvarezza, Presidente del directorio de YPF Litio.
“Tenemos que empezar a mirar esto con una dimensión un poquito más amplia que la mera transformación de la salmuera en carbonato de litio y esa transformación lleva una industrialización. Si vamos camino hacia la batería de litio, el agregado de valores muchísimo mayor que el que tenes en esa primera fase de salmuera a carbonato. Inclusive si uno produce los materiales de electrodo, o sea los materiales que se utilizan en las baterías también tenés un agregado de valor por sobre el carbonato de litio. Deberíamos implementar una estrategia que nos permita ir acompañando este aumento de producción con un programa de industrialización que le agregue valor a lo que hoy exportamos como carbonato de litio”, remarca Salvarezza que además de presidir el directorio de YPF Litio, lidera Y-TEC, la empresa de investigación y desarrollo para la industria energética.
“YPF trabaja los dos segmentos, por un lado tienen YPF litio que está explorando 20.000 hectáreas en Fiambalá, está viendo la potencialidad que tiene ahí; pero por otro lado ya desarrolló la capacidad tecnológica en Y-TEC para saber cómo es toda la tecnología asociada a la fabricación industrial de una celda para las baterías. Entonces, tenemos el respaldo científico tecnológico como para poder empezar a mirar ese segmento”, agrega Salvarezza.
Pero el proyecto de industrialización no solo está en fase preliminar sino que podría empezar pronto. “En Jujuy hay una sola empresa que está produciendo litio y que alcanzó las 22.000 toneladas el año pasado, que tiene una capacidad instalada para producir 42.000 toneladas este año. Y otra que está en el Salar de Caucharí que tiene una capacidad instalada para producir 40.000 toneladas de litio. Lo que estamos viendo desde el gobierno de Jujuy es darle valor agregado y para eso hay muchas empresas que están interesadas. Hay un grupo italiano con intención de instalarse en el Parque Industrial Perico o en la Zona Franca para producir baterías de litio. Y la provincia tiene el 8,5% de las acciones en las dos empresas”, remarca Alberto Bernis, presidente de la bancada oficialista en la Cámara de Diputados de Jujuy y titular de la UCR jujeña, el partido que gobierna la provincia.
En una de las últimas reuniones de la mesa del litio, los gobernadores plantearon la necesidad de que una fracción del carbonato de litio quede para ser industrializada en el país. “Los gobernadores miran con preocupación que las actuales regalías están impactando poco en la economía. El esquema extractivista que sólo termina en carbonato de litio no le está impactando económicamente en las provincias, teniendo en cuenta el el el aumento de la demanda y el alto precio que hoy tiene el carbonato de litio”, resalta Salvarreza sobre la necesidad de la industrialización.
“Para lograr una industrialización con cierta escala, un 5% no da. Lo que hay que mirar es cómo podemos trabajar sobre esos porcentajes, que sean fracciones más importantes, e inclusive que tengan un incremento pautado”, propone el director de la empresa mixta con mayoría estatal. Para evitar problemas con los privados, aclara que la idea sería poner un cupo para industrializar, pero que si no se alcanza a trabajar, se exportaría de todas maneras.
“En este momento el gobierno está hablando con las empresas para que un porcentaje de materia prima, sea un 5% por lo menos, quede para que el Estado pueda hacerse socio de los capitales. Así, el Estado pondría el bicarbonato de litio y, a través de la empresa del Estado JEMSE (Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado), los capitales privados pondrían la inversión necesaria para poder producir las distintas etapas hasta llegar a la batería de litio, empezando por las celdas”, adelanta Bernis y remarca que el objetivo de la provincia es darle valor agregado al litio. “Seguramente Jujuy se va a convertir en el próximo año en la primera productora de baterías de litio de la República Argentina”, lanza Bernis.
Mientras que Salvarezza resume la situación de Argentina y la región: “El objetivo es industrializar el litio, que hagamos las baterías, las autopartes, los coches eléctricos. En la cadena de litio, al exportarlo como carbonato de litio se le agrega relativamente poco valor. La industrialización es una mirada que están teniendo todos los países latinoamericanos en función de que el recurso del litio está instalado en esos países y es lógico que se pretenda, no solamente ser un país que suministra el recursos con poco valor agregado”.
El precio del litio vuela por la demanda
Durante el año pasado, el precio internacional del litio tuvo un crecimiento exponencial que dentro del rubro califican como “impresionante”. Solo un 400% de aumento entre 2021 y 2022, que se ve reflejado en los US$6.000 por tonelada de principios de 2020 a los US$80.000 por tonelada actuales.
Algunos entienden que ese aumento está dado por la producción de vehículos eléctricos, pero otros actores del mercado prefieren ser cautos sobre el precio: “Lo que hay es una expectativa sobre la demanda futura”.
“El modelo hacia transición energética pasa por la electromovilidad pero aún no está consolidado, recién empieza. Hay picos de precios, el litio no es un commodity, por lo que habría que verlo con detalle, en especial por esa expectativa hacia arriba”, destaca uno de los actores del mercado. Y remarca: “El precio se define en contratos privados donde factores como la pureza determinan su precio de venta”.
En ese sentido, al hablar de precios, Celorrio pone de ejemplo otro mineral: “El precio del uranio antes de (accidente nuclear de) Fukushima pasó de 40 a 140 dólares la tonelada porque se proyectaban muchas nuevas plantas nucleares porque la transición energética iba a estar en la energía nuclear. Después de lo de Fukushima y volvió a 40 dólares por tonelada”.
La intensa demanda es inversamente proporcional al tiempo que demora desarrollar los proyectos, al menos cinco años, y eso convierte al litio en un bien “escaso”, por eso se aprecia año a año. La oferta no alcanza para abastecer la demanda y, según cálculos extraoficiales, faltan unas 50 mil toneladas para cubrir las necesidades del mercado. A modo de ejemplo, el año pasado se hicieron 11 millones de autos eléctricos y cada vehículo carga entre 30 y 60 kilos de carbonato de litio en sus baterías.
Pero la suba del precio podría potenciar a los actores gubernamentales del triángulo del litio. En octubre del año pasado hubo sondeos entre Argentina, Bolivia y Chile para estudiar la posibilidad de avanzar en políticas comunes que permitan fijar el precio del litio.
Con respecto al 2020, en 2021 la producción mundial de litio aumentó un 21%. Llegó a 109 mil toneladas y contrasta con las 84.245 toneladas de 2020. Sin embargo, el consumo mundial de litio en 2021 aumentó un 33% porque se estimó en 93.000 toneladas, contra las 70.000 toneladas utilizadas en 2020. Por eso se reanudaron operaciones en proyectos de litio en todo el mundo.
Chile, el segundo exportador de litio
En el país trasandino la actividad minera tiene un gran peso y el litio fue la segunda más importante detrás del cobre, convirtiendo a chile en el segundo exportador mundial de carbonato de litio, con ventas al extranjero por US$7.763 millones, que en total representa el 8% de las exportaciones del país. El salto es exponencial: un incremento del 777% con respecto a 2021.
En el Salar de Atacama está el 37% de la base de reservas de litio del mundo y, según datos del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) de 2020, Chile fue el segundo productor mundial de litio con 124.600 toneladas, el 26,5% del total mundial, sólo superado por Australia.
Dentro de ese crecimiento, el gobierno del presidente Gabriel Boric avanza con la idea de una empresa nacional de litio. El subsecretario del Ministerio de Minería, Willy Kracht, lo adelantó en una entrevista el año pasado: “El objetivo es que seamos capaces de producir litio con participación estatal”.
En el Foro del Litio 2022 realizado en octubre de 2022 en Chile, el funcionario lanzó: “A partir del próximo año iniciaremos la búsqueda de socios estratégicos. El diseño de la Empresa Nacional de Litio es diferente a lo que es Codelco, esto no es un nuevo Codelco (Corporación Nacional del Cobre), Codelco nace a partir de una serie de capacidades que ya estaban en el país que pasan a control del Estado y el país se debe hacer cargo de continuar la operación. En este caso, nosotros queremos construir nueva capacidad”.
“No tenemos el tiempo ni podemos darnos el gusto de aprender sin ayuda, el boom es ahora. Necesitamos abrirnos a encontrar socios estratégicos que tengan el conocimiento, con los que podamos establecer una relación de colaboración para explotar litio, a la vez que aprendemos del conocimiento de estos socios estratégicos”, remarcó Kracht.
Mientras que hoy el litio chileno es explotado por las firmas Sociedad Química y Minera de Chile (SQM) y la empresa estadounidense Albemarle, quienes cuentan con Contratos Especiales de Operación del Litio (CEOL), el gobierno chileno se reunió a mediados de 2022 con su par de Argentina para conocer cómo funciona la división litio de la petrolera YPF.
Bolivia: la mayor cantidad y la menor inversión
Con 21 millones de toneladas métricas de litio, el Salar de Uyuni, en el departamento de Potosí, es el más grande del mundo. Sin embargo, no es acompañado por los niveles de inversión de Argentina y Chile y tiene que ver con la política aplicada por el gobierno boliviano.
En 2017, Evo Morales como presidente de Bolivia sancionó la Ley de Creación de Yacimientos de Litio Bolivianos-YLB, que establece que todo proceso de extracción e industrialización del mineral está a cargo del Estado. Después de haber nacionalizado otros hidrocarburos y con esa ley bajo la manga, Evo Morales lanzó envalentonado: “Bolivia va a poner el precio para todo el mundo”, e impulsó la industrialización de ese mineral dentro del país.
Así fue que Bolivia firmó convenios con distintos países de Europa y Asia para explorar alternativas paro que la explotación del litio pase a una etapa de gran industria pero nunca se pudo materializar.
Recién en 2021, ya con Luis Arce en el poder de Bolivia, ex ministro de Economía de Morales hoy distanciado del ex presidente, el gobierno boliviano relanzó su estrategia para exportar litio con valor agregado y presentó una alianza estratégica para el desarrollo de Extracción Directa de Litio (EDL).
El primer anuncio fue un convenio con “CBC” de China. Se trata de tres grandes firmas -CATL, BRUMP y CMOC-, que se dedican a toda la industria del litio, desde la fabricación de baterías de litio para las principales automotrices, hasta el reciclaje y operan bajo el paraguas de CBC. Los chinos planean desembolsar más de mil millones de dólares en Oruro y Potosí, pero dejaron en claro en el contrato firmado en enero que la cadena extractiva no será 100% estatal.
A su vez, el propio mandatario boliviano remarcó que llevan adelante negociaciones para sumar más empresas extranjeras, donde figuran Lilac Solutions, de Estados Unidos; Uranium One Group, de Rusia; y otras tres firmas chinas.
El ministro de Energía boliviano, Franklin Molina, destacó la firma del convenio con la empresa China y le dejó un dardo a Evo Morales: “Había alternativas soberanas a los modelos privatizadores de explotación de litio”. Sin embargo, en el país con mayor cantidad de litio pero el menor desarrollo de la industria, la política parece empantanar la situación, que ahora sumó la denuncia del sector del ex presidente Morales al hijo del actual mandatario Arce, por corrupción en el área del litio.